lunes, 16 de julio de 2007

Summercase 07: vibrante emoción colectiva.

Viernes 13.

Y se vino la segunda nomás. El ambiente reinante de camino a Boadilla del Monte (a las afueras de Madrid) se sentía mas grande e intenso que el de la primera edición de este festival indie. Más gente, más expectativas, muchos más colegas con quienes quedar y demás alicientes para empezar a vivir un festivalazo a tope.
El burocrático andar de los autobuses de línea logró que me perdiese la actuación de Soulsavers con Mark Lanegan, así que llegué justo para cuando Jarvis daba el primer tema de un concierto que solo me atrajo a fuerza de su impecable y hit “Don’t let him waste your time” y de esa imagen de elegancia desalineada que Jarvis lleva mejor que nadie. Sonó bien, pero le faltó ritmo a este pilar del brit-pop.
The Jesus and Mary Chain contentaron a sus fans mediante un repertorio lógico y equilibrado, en el marco de un show ordenado y sin grandes sobresaltos.
Dj Shadow ya no tiene nada que demostrar a esta altura del partido, su música sigue en la senda visionaria de siempre y estuvo complementada con unos visuales de alucine, eso si, le quedo muy grande el escenario para una propuesta tan intimista.
Miles de fans extasiados hicieron que The Gossip quede como uno de los grandes momentos del Summercase. Enhorabuena para los de Portland por haber compuesto un par de temas tan grandes como “Standing in the way of control” o “Listen up”, ya que en su directo no encontré mucho más que eso.
Encuentros sociales y copas después la gloria musical llegaba, por primera vez, a este evento.
Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin (o sea, Air), salían a escena con el nivel y la clase que siempre los caracterizó. En momentos previos al show, donde todo es ilusión y espera, tuve miedo de quedar decepcionado ante el show de este grupo que tanto me seduce. No sé, me parecía que su propuesta quedaría un poco fuera de tono con respecto a lo que se espera de un mega festival como este (fiesta, baile, fiesta, baile), como le pasó a Massive Attack en la anterior edición.
Pues nada más lejos de la realidad. Los impecables peinados que ostentaban, la delicada escenografía y el sofisticado groove de su batería negro se hermanaban con lujuria al preciosismo insostenible de su música. Air estuvieron a su altura, la de unos sobrevivientes originales al huracán synth-pop/chill out de finales de los noventa.
¿Cómo resistirse a la belleza de “La femme d’argent” o “Venus”?.



Entretanto una visita al escenario más pequeño nos dio la posibilidad de chequear la muy interesante propuesta de Ratatat. Puesta en escena extraña para una música extraña, (pero hermosa). Estos chicos hacen del hiphop algo que nunca antes se había hecho. Su guitarrista de look headbanger juega con cliches rockeros y hasta metaleros para hacer explotar nuestras neuronas intentando entender que estamos escuchando. Conclusión: a Ratatat hay que disfrutarlo sin pensarlo, el resultado puede ser esclarecedor.
Volviendo a los escenarios grandes y luego de ese sedante divino que fue Air, se apreciaba un poco de actitud hooligan y los enviados eran los Kaiser chiefs (puntazo para quien organizó los horarios). Una catarata de hits (“Everyday i love you less and less”, “I predict a riot”, “Ruby”, “The angry mob” etc. ,etc.) llevada a cabo con una bonita mixtura de profesionalidad y pasión nos regaló un momento divertido que sirvió para calentar motores de cara a enfrentarnos a ese impresionante colectivo musical que es !!!.
Otra vez toca decir lo increíble del directo de los de New York. Ya empiezo a sospechar que los !!! en realidad son una secta más que un grupo de música al corriente. La conexión que sus integrantes tienen en directo (y eso que aquí contaban con una cantante nueva), se acerca más a una comunión de almas que a lo que unos cuantos jóvenes artistas pueden dar sobre un escenario.
Un sinfín de sentimentales ritmos que parecen diseñados por un especialista cardiaco unen maravillosas obras de la música de baile como ser “Dear Can”, “Must be the moon”, “Me and Guliani down by the schoolyard” o “A new name”. Infaltables en el pedestal de todo interesado por los nuevos combos de punk-funk.



Sabado 14.

La grata bienvenida estuvo a cargo de, quizás, la “curiosidad” de este cartel: Lilly Allen, la mediática niña tremenda de Inglaterra. Sospechada de ser un producto made in Mtv (de hecho lo es de Myspace) la señorita Allen adornó sus televisivos hits con una voz prodigiosa a la que le sobra belleza. Me gustaría escucharla haciendo jazz.
Cerca de las 22:00hs llegó la hora de la señora PJ Harvey. Magnética, de imagen ineludible y talento inocultable, todo lo hizo bien. Situémonos: una chica con su guitarra, sola, en un escenario grande con miles de personas mirándola. Y ella con toda la naturalidad que puede caber dentro de un ser humano dando ira, pasión, amor, melancolía, dulzura, furia y sutileza con sus impecables himnos reformados a esta instrumentación singular. Maravilloso.
Las ansias por ver a The Flaming Lips me dejaron poco tiempo para ver a un grupo que me habían recomendado mucho, The whitest boy alive. Lo poco que pude ver me gusto mucho. Groovin’ funk hecho por los chicos mas blancos que te puedas encontrar haciendo esa música. Un show cálido y divertido.
La hora del cotillón había llegado, lamento decir que el show de The Flaming Lips quedará en la anécdota gracias a la enorme parafernalia escénica que montaron. Su música no fue lo que es en sus discos y la voz de Wayne Coyne estuvo ausente la mayoría del tiempo, y cuando apareció lo hizo en muy mala forma.
No se salvaron ni con la divertida “Yeah yeah yeah song” con todo el mundo cantándola.
Luego de esta decepción necesitábamos volver a sentir la adrenalina que causan los buenos conciertos y, pues, estábamos de suerte. Hace unos años que se dice que Arcade Fire son la gran cosa nueva, cosa que nunca me había atrevido a confirmar mediante la escucha de sus dos (ojo, excelentes) discos. Pero al enfrentarme a su directo, la cosa cambió.



La puesta escénica es impecable, la obsesión de los canadienses por la imagen no hace más que engrandecerles. Y solo estoy hablando de la imagen… cuando empiezan a sonar los Arcade Fire, el cielo se hace grande. Su música plagada de imágenes pone a mi sistema nervioso en posición de disfrute absoluto. Probablemente haya sido el espectáculo artístico más redondo que recuerde. Pude disfrutar de un todo inmenso, perfecto y conmovedor. Cuando analizo este show, no importa de qué disco son los temas tocados ni cuantos integrantes hay en la banda, lo que importa es que esto es grande como la misma música.
En este marco Bloc party lo tenía muy difícil. Tocar luego de Arcade Fire es un reto para cualquier grupo, por más grandes que sean. Y los chicos lo hicieron bien, muy bien. Bloc party cuentan con un cancionero tan impresionante que logra ocultar los pequeños “problemas” (algunos excesos y vicios escénicos) que presentan en directo. Que suenen “Banquet”, “Helicopter”, “I still remember”, “Song for Clay”, “Hunting for witches”, “The prayer” y “This modern love” en solo una hora es mucho decir. Superaron la prueba y se ganaron mi respeto y admiración total.



LCD Soundsystem esperaba en la gran carpa para terminar de elevar mi percepción y demostrarme que todavía no la había agotado a pesar de las horas y horas de música que llevaba encima. Estos tíos son unas bestias, pero muy bestias. Si, hacen “punk funk”, pero mucho mas punk de cómo lo hacen los demás. Hay mucha vanguardia en su propuesta y los límites se estiran a cada vuelta de su incansable ritmo. James Murphy es un perfomer convencidísimo de su papel en la música y eso se le nota en la locura y pasión con la que conduce a esta impresionante orquesta de baile versión siglo XXI.