lunes, 23 de julio de 2007

Björk: la deidad futurista

Como si le quedase algo que demostrar, Björk lo logró de nuevo. La particular emoción que generó su inteligente música para masas, no es más o menos intensa que la que puede ofrecer otro espectáculo artístico, simplemente no tiene comparación alguna.
La escenografía inspirada en iconos del sudeste asiático, con sus miles de colores y figuras míticas, explotó de energía en el arrebato pasional de la banda al pisar las tablas, mientras dos increíbles llamaradas rojas sumaban intensidad al conmovedor comienzo de “Earth intruders”.
La belleza exterior e interior de Björk Guomundsdóttir la hace brillar por sí sola y su devoción por dar lo mejor, musical y escénicamente hablando, hace que uno, mientras escucha y observa, se convierta en una incesante fuente de pasión.
Los arreglos de vientos y voces de esa decena de chicas islandesas de vestimentas fluorescentes dan un aire innovador y sofisticado a los clásicos del repertorio de la islandesa mas famosa. Asimismo los intricados beats que guían a esas hermosas armonías, hacen que esta música se convierta en un nuevo lenguaje, capaz de ser descifrado por el sibarita musical más exigente como por el hijo de vecino que llega al show con la intención de pasar un buen rato. Esta observación se reflejó en la jubilosa reacción del público ante las maravillosas (y bien distintas) versiones de “Army of me” y “Oceania”.
Como no podía ser de otra manera el gran momento del recital vino con “Hyperballad”, en la que su original final de “baile feliz” se volvió acelerado, oscuro, casi perverso y ultra fascinante.
Los temas de su último disco Volta encajaron a la perfección en un setlist plagado de hits. “Innocence” sonó a gloria y el final con la bestial y ruidosa “Declare independence” devino en un éxtasis de rayos láser, baile alocado y conclusiones maravillosas.
Björk es la autentica diosa futurista.


Hyperballad y su increible crescendo.