lunes, 21 de enero de 2008

Feliz follón y próspero año nuevo para Subterfuge.

Subterfuge es el sello por el que pasaron durante los 80 grupos de culto que salieron de la post-movida como Fangoria. Es también el sello independiente que tuvo la intuición de producir el disco Devil Came to me de Dover en 1997, del que se vendieron 700.000 copias antes que el grupo se fuera a firmar con un major. Subterfuge es todavía hoy una mina de descubrimientos, una especie de cajón de sastre hecho a la imagen de la música madrileña actual, que no se preocupa, al contrario que BCN, de mirar hacia el mercado europeo o mundial. Madrid, y Subterfuge en particular, sigue produciendo curiosidades y lo hace de maravilla. Y más que nada, Subterfuge sigue siendo un barómetro de lo que pasa en Madrid en cuestiones de música independiente. Es decir, que cuando Subterfuge organiza su noche de cumpleaños y sopla 18 velas, la liga de campeones no pesa mucho en comparación.


Fabian Docagne, especial para Santo Dealer.

Primera gran impresión con el show chiflado de Líneas Albies. Podríamos describir esa pareja como una versión electropunk/indus de los SugarCubes. Un verdadero espíritu punk caracteriza su directo, aunque nunca tomándose en serio. Estamos completamente en el espíritu de Subterfuge y en la herencia de la movida. Lo mismo se aplica al muy oscuro show electro-rock de La China, siempre al limite del erotismo, tendencia “Eyes Wide Shut”, pero fuertemente influenciada musicalmente, me pareció, por la berlinesa Peaches, dedicando su última canción (« Voy a matar la novia de mi-ex novio ») a todas las chicas presentes en el Joy Eslava. En un panorama del rock español (por no decir mundial) todavía muy masculino, es justamente una buena sorpresa el ver que prácticamente todos los grupos presentes durante esa noche incluyeran chicas. Es también el caso de L-Kan, y de su vocalista B Kan seduciendo con su humor absurdo y el arte que tienen de saber ser perfectamente modernos, burlándose a la vez de los modernos. Pero del lado musical, rozaron los límites del género y confirmaron (por si falta hacía) que no basta con dos o tros letras graciosillas y mucha actitud para hacer un gran grupo. Seguimos con la remarcable actuación de Humbert Humbert. Tendríamos que hacer el experimento, pero estoy bastante seguro que se podría obtener un sonido parecido poniendo a Robert Plant como líder de un grupo post-punk de los 80. Una increíble energía les permite ocupar el espacio del escenario a pesar de su apuesta minimalista. Curioso y asombroso, quizá sería buena idea seguir este grupo en los meses que vienen para no correr el riesgo de dejar pasar algo. Ultimo grupo de esta crónica, Krakovia es la nueva apuesta del sello Subterfuge. Este grupo se conoce de memoria la receta de la movida y la usa de maravilla: subversión, androginia, ambigüedad, kitsch, cuero… Bienvenidos al universo de los Cramps o del Rocky Horror Picture Show. Pero el pequeño (gran) plus de Krakovia, es que no se limitan a la pura provocación. Este grupo jovencito -Subterfuge les presentaba como exclusividad para esa noche- llena el escenario con mucha madurez y un sonido tendiendo voluntariamente hacia una versión actual del Psycho Billy de los 80, con un toque oscuro que a ratos hace pensar en grupos como los Sisters of Mercy. Escuchando este concierto, uno se dice que Subterfuge, que se queda en equilibrio desde hace 18 años entre su espíritu bajo-tierra y las leyes siempre más duras del mercado del disco, tiene todavía bellos años por vivir. Uno piensa también que Madrid todavía es, y seguirá quizá aún un rato más, este fabuloso follón, este feliz desorden, admirablemente encarnado por los grupos presentes hoy en el escenario.